martes, 8 de marzo de 2016

Ni flores, ni bombones

No quiero que me feliciten el 8 de marzo. Me niego. Ser mujer no es algo por lo que tendrían que felicitarme, pues no es nada especial. Somos el 51% de la población, y no os engañéis, nuestros atributos comunes no son una razón para felicitarnos. El 8 de marzo trata de reivindicar y abogar por lo obvio: la igualdad de las mujeres en el mundo, la abolición del patriarcado, nuestra autonomía, nuestra libertad y que todas podamos disfrutar de nuestros plenos derechos. Pero para mí, esta es una lucha que se lleva en el día a día, y que quizá muchos de vosotros nunca os habéis planteado de esta manera.


Si queréis sumaros a esta lucha que tanto compartís por Facebook, defended los derechos humanos y feministas, acudid a manifestaciones, cuestionaos cómo vivís vuestro día a día, y detectad cualquier gesto machista. Pero no regaléis bombones, ni flores. No los aceptéis. No os olvidéis de que no solo, en caso de serlo, somos bondadosas, románticas, cariñosas y apacibles, sino también LUCHADORAS.

Este es el día en el que muchas empresas aprovechan para hacernos descuentos en lavadoras, pintalabios, utensilios de cocina y más barbaridades. ¡Negaos!, no queremos ser el blanco de estas absurdas y machistas estrategias de marketing que lo único que hacen es desprestigiarnos.

El 8 de marzo no se felicita, SE ACTÚA, igual que los otros 365 días del año bisiesto restantes.